domingo, 20 de mayo de 2018

Hildegarda contra la corrupción de la Iglesia


Reseña de 'La abadesa de Bingen' de María Elisa Cortina

Si hay algo que tiene mérito dentro de la literatura es la dedicación de los autores que se deciden por crear novelas dentro del género histórico. Escoger esta opción conlleva no sólo dar con una trama lo suficientemente buena para que enamore al lector, sino que obliga además a un ejercicio extra de documentación para conocer todos los entresijos de la época sobre la que se escribe. Es algo que admiro, ya que afrontar un reto literario de esta envergadura aporta un plus a quienes se desenvuelven dentro de este género.
Pero a veces la apuesta es mucho más elevada, como se puede comprobar con la lectura de ‘La abadesa de Bingen’, que a caballo entre la biografía y la novela nos cuenta la historia de Hildegarda de Bingen, una monja que vivió en las convulsas décadas del siglo XII y a la que se considera como un referente religioso de aquella época. Basta ver la extensa bibliografía que acompaña al texto para darse cuenta de que su autora, María Elisa Cortina, ha trabajado mucho para dar forma a esta historia.
En este punto de la reseña prefiero dejar que sea la sinopsis oficial la que os acerque el contenido de ‘La abadesa de Bingen’:

Nacida en una familia de fortuna y linaje, a los tres años de edad Hildegarda de Bingen comenzó a tener visiones acompañadas de dolores tan intensos que parecían llevarla a la muerte. A los catorce años fue encerrada, contra su voluntad, en una celda de barro adosada a las paredes de un monasterio de varones. Allí dedicaría su vida solo a la contemplación del Señor. Pero Dios le tenía preparada otra cosa.
Sazonada con ingredientes fantásticos y usando como telón de fondo el mundo monástico y el convulsionado siglo XII, esta novela narra la historia de esa joven que desafiando a su mundo fue abadesa, profetisa y médico. Realizó milagros y exorcismos, se vistió con sedas y joyas, escribió de teología y medicina, compuso música, fundó dos monasterios, predicó en público, desafió al mundo masculino y enfrentó a papas y emperadores siendo una de las personalidades más fascinantes del siglo XII alemán.

Con estos antecedentes, la verdad es que la idea de acercarse a la vida de Hildegarda es tentadora. Y aunque en el libro el peso de la religión y el sentimiento y la fe están muy presentes (algo que puede desanimar a alguien que no sea precisamente religioso), lo cierto es que no se trata de la narración de la vida de una santa según los cánones que se marcaban en la época en la que a la librería Sempere e hijos acudían clientas en busca de un misal para sus vástagos. Todo lo contrario.
En ‘La abadesa de Bingen’ vamos a adentrarnos en los entresijos de la vida monástica, de las vivencias religiosas de una mujer devota, pero también encontraremos una radiografía histórica de una de las épocas más caóticas de la religión (y también de una sociedad movida por las guerras entre reyes) en la que Hildegarda acaba siendo la excusa para lanzar una crítica contra esa corrupción moral que vivió la Iglesia durante esa época, con el abandono de la fe para buscar placeres más terrenales.
Para mí eso le aporta un plus, ya que Cortin no se corta un pelo a la hora de señalar estas cuestiones, al mismo tiempo que reivindica el papel de la mujer en una sociedad donde el hueco que ellas ocupaban era escaso. Y es que Hildegarda fue toda una revolucionaria que no dudó en contradecir a reyes y a papas mientras defendía lo que para ella era lo más sagrado: la esencia de la Iglesia.
En cuanto a la narración, no olvidemos que se trata de una biografía novelada, por lo que el texto se mantiene en un estilo plano, sin apenas picos de acción y con muchas reflexiones entre sus capítulos, aunque no faltan los momentos de intriga. Quizá ello provoque que el ritmo de lectura se ralentice un poco, pero lo cierto es que las ganas de saber qué sucede con Hildegarda y su particular cruzada acaban enganchando.
He de decir que, frente a mis temores de toparme con una biografía en clave religiosa, he disfrutado de una historia que me ha aportado nuevos conocimientos, me ha provocado alguna que otra sonrisa y me ha recordado que la verdadera Iglesia es la que conforman las personas bondadosas que se entregan a las buenas acciones. Por ello creo que ‘La abadesa de Bingen’ es una buena historia.



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