jueves, 9 de enero de 2020

Si volvemos a vernos, llámame Gwen, de Germán Sánchez Espeso

Chowder, el crápula carismático



Valoración: 4,5/5.

Una de las cosas que más valoro de 'Si volvemos a vernos, llámame Gwen' es la forma que tiene Germán Sánchez Espeso de arrancar la historia, presentándonos a un Chowder Marris desesperado que acude a la comisaría dispuesto a matar a un teniente. Imaginad la escena, sin más explicaciones, salvo quizás algún detalle que indica la fracasada vida que ha llevado el bueno de Chowder. ¿No entran ganas de leer? ¿De saber más? A mí, desde luego, tanto la forma de narrar la historia como este inicio me ha hecho dejarme llevar por un libro que a lo largo de sus páginas hará que te cuestiones tu ética, que te horrorices en algunos momentos y en otros sientas cierta compasión.
Esto es gracias a un protagonista que parece no haber tenido nunca algo de moral, un oportunista de la vida que la vive sin pena ni gloria, sobreviviendo mientras deja a su paso fracaso tras fracaso e incluso incidentes reprobables. Chowder es Chowder, un cúmulo de despropósitos embalsamado en alcohol y al que su pasado parece perseguirle siempre, con episodios que lo han marcado y parecen entretejer a su alrededor una fatídica maldición. Desde luego, ya de partida este guionista fracasado tiene difícil lograr nuestra simpatía por todas las barbaridades que es capaz de hacer, pero la forma en la que Sánchez Espeso narra la historia nos presenta a Chowder como una víctima de sí mismo que es incapaz de remediar lo que hace.
Desde el momento en que empuña la pistola saltamos a través del tiempo a fragmentos de su pasado que nos ayudan a entender mejor a este desdichado, capaz de escribir los guiones más inverosímiles y defenderlos a capa y espada, quedar impune de una muerte y acabar en la cárcel por un delito que no cometió o conservar durante años en sus recuerdos a Gwen, una de sus oportunidades perdidas. Todo ello con un estilo literario muy agradable, más propio de autores extranjeros que de un escritor español, y que demuestran la maestría de Sánchez Espeso (que ganó el Premio Nadal en 1978) a la hora de dar forma a una historia. Y quizá lo que más me atraiga del libro es la búsqueda constante de lo políticamente incorrecto, como si echase un pulso al lector con nuevas barbaridades para ver su reacción.
Sin duda, leyendo 'Si volvemos a vernos, llámame Gwen' nos vamos a escandalizar, pero también vamos a caer en la tentación de querer saber de las hazañas del poco ético Chowder, aunque nos llevemos las manos a la cabeza. Y creo que una historia que consigue provocarte esas reacciones, además del plus de la narración perfecta, merece un hueco en nuestras bibliotecas. Leer a Sánchez Espeso ha sido todo un descubrimiento.