Reseña
de la novela ‘Todos tus nombres’ de Fernando García Pañeda.
Tengo
que reconocer que hasta hace unos años no era un gran amante de la novela
histórica. Quizá porque no me había acercado a ella, salvo con ‘Los pilares de
la tierra’ y otros títulos, al priorizar entre mis gustos la novela negra hasta
convertirlo en un género de culto. Mi reconciliación con este tipo de historias
fue gracias a Ibon Martín y ‘El valle sin nombre’, y desde entonces despertó mi
apetito lector de novela histórica. Tuve la suerte de que en esas fechas el
género trajera grandes historias como ‘La mujer del reloj’, de Álvaro Arbina,
que alimentaron esas ansias de descubrir el pasado a través de estas historias
que mezclan ficción con hechos muy reales.
Si
he empezado con esta reflexión ególatra es porque desde hace algún tiempo mis
lecturas se han basado, sobre todo, en este género, con el añadido de que
muchos de esos libros se fusionaban con el estilo ‘noir’ o la intriga, lo que
creo que supone un plus dentro de este tipo de narrativa. Por eso, cuando
surgió la oportunidad de leer ‘Todos tus nombres’, del escritor bilbaíno
Fernando García Pañeda, no dudé en sumergirme en su intriga de espías en plena
postguerra española.
He
de decir que la experiencia ha sido muy grata, y no sólo por la historia que
cuenta García Pañeda y por sus sorpresas a lo largo del texto. Mientras leía la
novela me he sentido trasladado a ese ambiente que él recrea, a ese Bilbao de
antaño, a los bosques fronterizos y al Madrid de las intrigas. Todo ello
gracias a una cuidada documentación y a un estilo de narración que convierte la
descripción en una ventana abierta a ese mundo, algo que por desgracia no todas
las novelas históricas logran.
Si
bien es cierto que el autor juega con el lector a la hora de barajear sus
personajes, cuando las piezas van encajando la lectura aporta un plus, la
sensación de tener el puzle ya completo. Y, desde luego, el argumento del
tráfico de obras de arte está perfectamente narrado, así como los contactos y
preparativos de la red de espionaje.
Esta
novela cuenta además con el aval de ser la ganadora de la primera edición de
los premios Caligrama, ya que su autor (que acumula varias novelas anteriores)
optó por el sello de autpublicación del Grupo Penguin para dar salida a su
historia. Sin embargo, la calidad de la historia y el talento de García Pañeda se
han visto recompensados con este premio y su publicación, al fin, por una
editorial tradicional.
En
otras ocasiones ya he criticado cómo muchas historias que merecen la pena no
pasan el filtro de las editoriales, a las que parece espantarles contar con
autores nóveles. Salvo el caso de ‘Nunca es tarde para morir’ de Inés Plana, o
el de ‘La ciudad de la lluvia’ de Alfonso del Río (este último con el apoyo de
una agencia literaria), y la apuesta en su día de Ediciones B por un talentoso
pero desconocido Álvaro Arbina, los casos en los que un escritor desconocido
recibe la llamada de las grandes editoriales son escasos.
De ahí
que cada vez más escritores apostemos por la autoedición como alternativa, bien
como un método para labrarnos un nombre o como una manera de escapar de la
maquinaria editorial que plantea sus propias condiciones. Fue el caso de García
Pañeda, un autor con varios libros publicados que por fin ha recibido la oportunidad
que merecía. Y aun así, tras leer ‘Todos tus nombres’ no se entiende por qué no
la recibió antes.
Algo
funciona mal, y quizá tenga que ver con
personas que trabajan como lectoras para editoriales y se jactan en Twitter de
cuestiones como “yo soy la que rechazo vuestros libros” o animan directamente a
la gente a que deje de escribir. Que mejor se droguen.
Por
suerte, poco a poco la autoedición hace emerger el talento. Que sea por mucho
tiempo.
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